Nuestra muchachada progresista y ecosensible no sabe para quien trabaja. Muchos son felices pensando que están en la vereda opuesta a los grandes intereses políticos y económicos (ya saben, la fantasía del David contra Goliath), cuando en realidad les ayudan en el negocio. Hace tiempo que lo contracultural o alternativo paso a ser marca registrada de una inmensa gama de productos dirigidos al amplio mercado constituído por la población inmadura de todas las edades.
Muchos de ellos se rasgaron las vestiduras (su pose favorita) con la noticia del diario inglés The Guardian donde se acusaba al "think tank derechista" American Enterprise Institute (AEI) de ofrecer dinero para criticar el informe del IPCC. Aunque se trataba de una cantidad relativamente irrisoria ($10000) para una práctica común y corriente especialmente entre las ONG's (la Fundación Ford invierte millones para impulsar agendas de género y laicas-anticlericales), fue suficiente para encender las iras de la bienpensantía que acaba de entregarse de lleno a la defensa del nuevo dogma acientífico que representa la teoría del calentamiento global antropógeno.
Sin embargo ninguno repara en la existencia de un poderoso lobby ecologista que agrupa a grandes corporaciones americanas y que está presionando al gobierno federal para que implemente "una poderosa legislación nacional que propicie una reducción significativa de la emisión de los gases invernadero". Se trata de la U.S. Climate Action Partnership (USCAP) que tiene entre sus miembros a las transnacionales Alcoa, Dupont, General Electric, Duke Energy, entre otras millonarias organizaciones industriales y no gubernamentales.
Como ellos mismos lo explican, la causa ambientalista puede reportar grandes beneficios económicos para los Estados Unidos. ¿Cómo? El periodista Steve Milloy, el editor del portal Junkscience.com, explica en este artículo como esa agrupación pretende obtener beneficios a través del control económico global de las economías emergentes que se propone en el Protocolo de Kyoto (con su "mercado de emisiones") y otros acuerdos internacionales promovidos por el establishment eco-progresista. Si acaso estas industrias saldrán perdiendo a la larga, no lo harán sin antes haber llevado al mundo a la miseria.
Sin embargo no se trata tampoco de una novedad el "sacarle la vuelta" a las tendencias "anti". Los vergonzosos hitos anticientificos que representaron la prohibición del DDT y el fraude de la capa de ozono (donde el gran ganador fue la transnacional Dupont), nos enseña como ciertos grupos industriales no tienen escrupúlos en atentar contra la ciencia y el libre mercado cuando de negocios se trata.
Tags: calentamiento global ciencia economía industria
The Climate Case of the Century
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All in all, the ruling of the Hague Court of Appeal is an important first
step towards restoring rationality and balance in judicial decision-making
in cli...
Hace 1 hora.
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