Cualquier parecido con Latinoamérica NO es mera coincidencia.
- Por regla general los países africanos padecen gobiernos profunda y extensamente intervencionistas; súmese a ello que sus burocracias no sólo son proverbialmente incompetentes y autoritarias, sino corruptas.
- Campea en la mayor parte de África una inseguridad jurídica espantosa; los poderes judiciales distan de ser independientes y se puede esperar cualquier cosa de ellos menos la aplicación lisa y llana de la ley.
- Dos principios más o menos generalizados en el llamado mundo occidental están ausentes en la mayor parte de África, más aún, son profundamente repudiados: A. El respeto a los derechos de propiedad y B. Los rudimentos de una democracia liberal.
- La cereza en el pastel es la ayuda paternalista – y no pocas veces hipócrita- que recibe África de los países desarrollados y de organismos como las Naciones Unidas: Ha servido para enriquecer a gobiernos corruptos y despóticos, casi nunca promueve las iniciativas individuales, no gubernamentales, de los africanos (porque desconfía de ellas) y, además, le da el pretexto perfecto a los políticos locales – ávidos de poder y riqueza personal- para culpar de todos los males de África a los malvados de occidente; en este sentido, la mala conciencia de los filántropos paternalistas fabrica el perfecto chivo expiatorio.
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