"Si Saddam rechaza la paz y tenemos que usar la fuerza, nuestro propósito sera claro. Queremos acabar con la amenaza que representan las armas de destrucción masiva de Iraq"
Bill Clinton, Febrero 17, 1998
"Votaré para dar al presidente de los Estados Unidos la autoridad para usar la fuerza -si es necesaria- para desarmar a Saddam Hussein porque creo que un arsenal mortal de armas de destrucción masiva en sus manos es una real y grave amenaza para nuestra seguridad"
Senador (y candidato a la presidencia) John F. Kerry, Octubre 9, 2002
"Tenemos posesión de lo que yo pienso que es evidencia contundente de que Saddam Hussein tiene, y ha tenido por muchos años, una capacidad en desarrollo para la producción y almacenamiento de armas de destrucción masiva"
John F. Kerry, Enero 23. 2003.

Al momento de producirse la intervención, nadie dudaba de la existencia de
armas de destrucción masiva (ADM) en posesión de Saddam Hussein. Incluso la
Comisión de las Naciones Unidas de Vigilancia, Verificación e Inspección (UNMOVIC) en
su último informe antes de la invasión reconocía la existencia de tal armamento, aunque sin precisar -debido a las dificultades y trabas puestas a la misión por el régimen iraquí- su cantidad, producción o almacenamiento (pag 21 del
documento).
El vuelco en la opinión mundial se produce una vez derrocado el régimen de Hussein cuando no se halló inmediatamente el armamento, dando lugar inmediatamente a una feroz campaña mediática que revitalizó la oposición al conflicto. Aunque este escenario había sido previsto desde la administración Clinton (despues de la operación
Desert Fox en 1999), los medios prácticamente cerraron sus ojos, boca y oídos al trabajo y las investigaciones realizadas por la coalición y el nuevo gobierno iraquí para conocer el destino de esas armas y de los
miles de desaparecidos bajo la dictadura.
Por eso no es de extrañar que varios hallazgos y evidencias pasen totalmente desapercibidos para el coro antiguerra. Junto al
horrendo descubrimiento de fosas con los restos de las miles de víctimas del régimen (incluída
una con cadáveres de niños), se hallaron depositos, restos, infraestructura, y
planes de desarrollo de armamento nuclear que, se teme, estén actualmente en manos iraníes. En junio del 2006 el senador
Rick Santorum anunció el hallazgo de
500 proyectiles con gas mostaza y sarín (es decir, armas de destrucción masiva) en Iraq, algo que se había mantenido como información clasificada pero que el director de seguridad nacional, John Negroponte, confirmó en un
memorandum .
Aún así queda por esclarecer el paradero del resto del armamento. Diversas investigaciones hallaron que varios depósitos fueron
saqueados a la caída del régimen (probablemente por las
fuerzas terroristas), mientras el material más importante y comprometedor fue
transportado por efectivos rusos (Rusia fue uno de los mayores
proveedores de Iraq) con destino desconocido. Las
declaraciones del segundo oficial de mayor rango de la fuerza aérea de Saddam,
Georges Sada, indican que las armas fueron llevadas a
Siria.
Estos últimos descubrimientos llevaron a que el
Iraq Survey Group (ISG) -formado independientemente de la ONU para hallar las ADM- tuviera que añadir una
addenda a su
informe final presentado en enero del 2005, explicando las probables rutas que siguieron las armas escamoteadas.
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