"Pacifismo", "Tolerancia"....

A mí no me cabe la menor duda de que las manifestaciones o rallys pacifistas contra Israel pertenecen a una corriente de moda que induce en sus fanáticos ciertos sentimientos y apasionamientos que chocan contra los principios humanitarios que dicen defender.

Una muestra de ello lo pueden ver en este video proveniente de España sobre la última manifestacion contra la guerra convocada por el PSOE (actual partido de gobierno) y organizaciones afines. Aquí se demuestra porque esos mantras progresistas del pacifismo, tolerancia, igualdad, etc. son solo eso: mantras, invocaciones lanzadas al aire, pero como bombas molotov. !Ay de quien no comulgue el pensamiento único!



Escalofriante. Tal como lo hacían los nazis, se usa el grito de ¡judío, judío! como insulto y menosprecio. El solitario muchacho de la pancarta solamente manifestaba lo que es una verdad del tamaño del Titanic: El Hezbollah y Hamas no quieren la paz, y quienes les han votado tampoco. En el post anterior repasábamos algunos aspectos de la cultura de odio que promueven estos grupos, por lo que no debería escandalizarnos que alguien nos recuerde que aquellos le tienen asco a la paz.

Lo segundo que se mostraba en la pancarta ("Israel sí quiere la paz") quizá no sea tan claro para todos, pero cualquiera que conozca lo primero, debería tolerar (por lo menos) esta "exagerada" expresión, que no niega ni subestima las víctimas inocentes de esta ofensiva.

Lamentablemente, aunque lo nieguen una y mil veces, este pacifismo de moda tiene su partido tomado. De otra forma no se podría explicar que toleren el terrorismo justificándolo como resistencia, dando vivas a las Intifadas:



... a menos que se menosprecie la vida de otros amparándose en números de víctimas como quien computa estados de cuenta. Seguramente cinco bomberos que arriesguen su vida para salvar una niña les parece de lo más descabellado. De la misma forma las víctimas del terrorismo en Israel les parecen irrisorias y sin importancia porque su valor esta supeditado al interés de ciertas mayorias. Mismo totalitarismo.

Videos via Manifestómetro.

ACTUALIZACIÓN 1: Más ejemplos de "pacifismo" y "tolerancia". En Montreal (Canada), manifestantes pro-israel son atacados por simpatizantes del Hizbollah. Y via Solomonia, una serie de videos sobre agresiones (y asaltos) a un minúsculo grupo de simpatizantes proIsrael en Boston.

ACTUALIZACIÓN 2: El odio hacia Israel en Indonesia y Pakistán.

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5 comentarios:

  1. woo.. asi venga venga ... jaja... no sabes en verdad quienes son los verdaderos terroristas ... no saben quien maneja esto... es mas ni sabes porque a los del HAMAS son tan violentos..., tan fanaticos... no sabes ... quieres paz??? quieres bombas molotov??? .. en verdad quieres paz... en verdad tu creen que el mundo quieres paz... adecir verdad tu crees que todos en america queremos paz..., mira tio no se si conoceras la " razon" y los pricipios fisicos.. pero segun eso ... " todo tiene su impacto" , somos seres humanos... todos vamos a morir entiendes eso???

    rechaso todo tipo de violencia... siempre y cuando esta deje de JODER de uan vez por todas, que facil la vida de algunos... despues que te sakearon, violaron e isieeron con tus tierras lo que kisieron, piden paz...

    no creo en venganzas... pero si creo en la justicia ... porque

    asi no se puede vivir.. entiendes eso??

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  2. Anónimo11:12 a. m.

    No lo puedo creer...
    Mario Vargas Llosa se convirtión en "pacifista fashion"... horrooooor
    Israel y los matices
    By Mario Vargas Llosa
    Especial Diario La Estrella
    Illan Pappe, historiador revisionista israelí, procede de una familia de judíos alemanes de sólidas credenciales liberales, y él mismo fue educado dentro de esta corriente de pensamiento que defiende la sociedad abierta, el mercado, al individuo contra el Estado y opone al colectivismo -la definición del ciudadano por su pertenencia a una clase social, una raza, una cultura o una religión- la soberanía individual. Hace unos días le oí contar que, cuando empezó a tomar distancias contra el sionismo, doctrina que sustenta la creación y la naturaleza del Estado de Israel, pensó que su evolución política estaba dentro de la ortodoxia liberal y que cuestionar la ideología sionista era, además de otras cosas, dar una batalla contra el colectivismo. Pero no encontró en su país partido o movimiento político liberal donde encajaran sus ideas, pues la inmensa mayoría de los liberales israelíes eran sionistas. Esto lo fue acercando a quienes, por doctrina, eran sus naturales adversarios políticos, los comunistas, con quienes discrepaba en todo lo demás, pero coincidía en su posición crítica del sionismo. Y eso hace que desde entonces, se quejaba, los amantes de la simplificación y enemigos de los matices, lo cataloguen de "comunista".
    La abolición de los matices facilita mucho las cosas a la hora de juzgar a un ser humano, analizar una situación política, un problema social, un hecho de cultura, y permite dar rienda suelta a las filias y a las fobias personales sin censuras y sin el menor remordimiento. Pero es, también, la mejor manera de reemplazar las ideas por los estereotipos, el conocimiento racional por la pasión y el instinto, y de malentender trágicamente el mundo en que vivimos. Hay ciertos conflictos que, por la violencia y los antagonismos que suscitan, conducen casi irresistiblemente a quienes los viven o siguen de cerca a liquidar los matices a fin de promover mejor sus tesis y, sobre todo, desbaratar las de sus adversarios.
    Quiero ilustrar con un ejemplo personal lo que trato de decir. La Fundación Internacional para la Libertad organizó hace unos días, en Madrid, un encuentro entre intelectuales judíos y árabes, en el cual, en una de sus intervenciones, el periodista Gideon Levy, crítico severo del gobierno de su país, dijo que él militaba contra la ocupación de Cisjordania porque no quería sentirse avergonzado de ser israelí. Yo, por mi parte, al clausurar el evento, parafraseando a Levy, dije que mis críticas a la política con los palestinos de los dos últimos gobiernos de ese país se debían a que tampoco quería sentirme avergonzado de ser amigo de Israel. Dos días después, el diario israelí Haaretz publicaba una crónica del propio Gideon Levy sobre el encuentro madrileño, bastante exacta, pero con un título que, al cambiar el matiz, me hacía decir algo que yo no había dicho: "Vargas Llosa tiene vergüenza de ser amigo de Israel".
    El diario recibió 199 cartas de lectores israelíes indignados, que publicó en su blog. Las he ojeado con cierta estupefacción, pese a que ellas no hacen más que confirmar algo que, desde que empecé a pensar por mi propia cuenta en cuestiones políticas hace cuarenta años, ya sé de sobra: lo fácil que es tergiversar, caricaturizar o desacreditar a quien disiente, o parece disentir, de nuestras convicciones dogmáticas. Lo curioso es que casi todas las cartas me llaman "comunista", "ultra izquierdista", "castrista", "otro Saramago", "antisemita", y, una de ellas, la más imaginativa, se pregunta: "¿Qué se puede esperar de alguien que sube a los escenarios con la conocida actriz estalinista Aitana Sánchez Gijón y que escribe en El País, el periódico más izquierdista de toda Europa?". Bueno, bueno. Mis vociferantes objetores no parecen sospechar siquiera que de lo que yo suelo ser acusado más bien, en España y en América Latina, es de neo-con, de ultra liberal, de pro americano y otras lindezas por el estilo por atacar a Fidel Castro, a Hugo Chávez y criticar con frecuencia el fariseísmo y el oportunismo de los intelectuales de izquierda.
    En realidad, una de las cosas que soy, o, mejor dicho, trato de ser en la vida, es un leal amigo de Israel. Muchas veces he escrito que visitar ese país hace treinta y pico de años fue una de las experiencias más emocionantes que he tenido y que sigo creyendo que construir un país moderno, en medio del desierto, de lineamientos democráticos, con gentes provenientes de culturas, lenguas, costumbres tan distintas, y rodeado de enemigos, fue una gesta extraordinaria, de enorme idealismo y sacrificio, un modelo para los países como el mío, o los demás países latinoamericanos o africanos, que, con muchos más recursos que Israel, no consiguen todavía salir del subdesarrollo. Es verdad que Israel en el curso de su breve historia ha recibido mucha ayuda exterior. Pero ¿no la han recibido también muchos otros, que la han desaprovechado, derrochado o simplemente saqueado?
    Para mí, el derecho a existir de Israel no se sustenta en la Biblia, ni en una historia que se interrumpió hace miles de años, sino en la gestación del Israel moderno por pioneros y refugiados que, luchando por la supervivencia, demostraron que no son las leyes de la historia las que hacen a los hombres, sino éstos, con su voluntad, su trabajo y sus sueños los que le marcan a aquélla unas pautas y una dirección. Ningún país existía allí, en esa miserable provincia del imperio otomano, cuando nació Israel, cuya existencia fue luego legitimada por las Naciones Unidas y el reconocimiento de la mayoría de países del mundo.
    Ahora bien, para que Israel tenga un porvenir seguro y sea por fin un país "normal", aceptado por sus vecinos, debe encontrar un modo de coexistencia con los palestinos. Y contra esta coexistencia conspira esa ocupación de Cisjordania que se prolonga indefinidamente y que ha convertido a Israel en un país colonial, lo que ha crispado de manera indecible sus relaciones con los palestinos. Las condiciones en que éstos han vivido, en Gaza, y viven todavía dentro de los territorios ocupados, sobre todo en los campos de refugiados, son inaceptables, indignos de un país civilizado y democrático. Lo afirmo porque lo he visto con mis ojos. Los amigos de Israel tenemos la obligación de decirlo en alta voz y censurar a sus gobernantes por practicar en esos territorios una política de intimidación, de acoso y de asfixia que ofende las más elementales nociones de humanidad y de moral. Y, también, de condenar sus reacciones desproporcionadas a los actos terroristas, como la actual, que, a raíz del secuestro criminal de un soldado israelí por militantes palestinos, ha causado ya decenas de muertos civiles inocentes en Gaza y amenaza con resucitar la guerra con el Líbano.
    Esto no significa, en modo alguno, justificar las acciones criminales de los terroristas de Hamás o la Jihad Islámica o de los otros grupúsculos armados que operan por la libre. Pero sí reconocer que detrás de estas acciones injustificables y crueles -las bombas de los suicidas, los ataques ciegos a la población civil, los secuestros, etcétera- hay un pueblo desesperado al que la desesperación empuja cada vez más a escuchar no la voz de los moderados y razonables sino la de los fanáticos y a creer, estúpidamente, que el fin del conflicto no está en la negociación sino en la punta del fusil o la mecha de la bomba.
    La superioridad de Israel sobre sus enemigos en el Medio Oriente fue política y moral antes que la de sus cañones, sus aviones y su modernísimo Ejército. Pero, debido a su extraordinario poderío, algo que suele volver a los países arrogantes, la está perdiendo, y eso lleva a algunos de sus dirigentes, como creía Ariel Sharon, a pensar que la solución del conflicto con los palestinos puede ser un 'diktat', una fórmula unilateral impuesta por la fuerza. Eso es una ingenuidad que sólo prolongará indefinidamente el sufrimiento y la guerra en toda la región.
    Mi amigo israelí David Mandel (¿o debo decir ahora ex amigo, ya que me he vendido a los palestinos?) me conmina en una carta abierta a que devuelva el premio Jerusalén que recibí en 1995. Se trata de un premio más bien simbólico, pero que a mí me llena de orgullo, y no voy a renunciar a él, porque, aunque David no pueda entenderlo, lo que yo hago y escribo sobre Israel no tiene otro objetivo que seguir siendo digno de esa hermosa distinción, que me fue concedida por mi compromiso con la democracia y la libertad. Para mí, mi adhesión a Israel es inseparable de aquel compromiso, como es el caso de tantos israelíes que, a la manera de Illan Pappe, Gideon Levy, Amira Hass o Meir Margalit, pero sin duda de manera más radical que yo, denuncian las políticas de su gobierno con los palestinos y plantean alterativas.
    Es verdad que ellos representan una minoría, ese matiz que los adoradores de verdades dogmáticas desprecian. Ni siquiera sé si yo estoy de acuerdo en todas las posiciones que ellos defienden. Probablemente, no. Creo, por ejemplo, que el sionismo tiene unas razones que no pueden descartarse de manera abstracta, prescindiendo de un contexto histórico preciso. Pero que ellos, y otros muchos como ellos, vayan contra la corriente y sean capaces de oponerse de manera tan resuelta a lo que les parecen políticas equivocadas, contraproducentes o brutales, y que puedan hacerlo sin ser perseguidos, encarcelados, o liquidados, como ocurriría -ay- entre casi todos los otros países de la región, es una de las realidades que todavía mantiene viva mi esperanza de que haya un cambio en Israel, y, otra vez, la negociación sea posible, y pueda llegarse a un acuerdo razonable que ponga fin a esa infinita hemorragia de dolor y de sangre.
    El encuentro madrileño de judíos y árabes fue asimétrico, porque cerca de diez palestinos que habían aceptado nuestra invitación no pudieron venir, y porque algunos israelíes, como Amos Oz y David Grossman, cuyas voces queríamos escuchar, tampoco lo hicieron. Pero no fue inútil: una gota de agua en el desierto es mejor que ninguna.
    Hubo, por ejemplo, exposiciones magníficas y no del todo irreconciliables, de Shlomo Ben Ami y de Yasser Abed Rabbo, que participaron en las negociaciones de Camp David. Trataré de seguir convocando estos diálogos, invitando no sólo a quienes hablan por la mayoría, sino también por las pequeñas minorías, esos matices olvidables en los que, sin embargo, muy a menudo se agazapa la verdad

    BIENVENIDO MARIO

    Mejor "pacifista fashion" que DERECHISTA FACHO
    ja ja... o no, guille??

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  3. Anónimo2:48 p. m.

    Alvaro Vargas Llosa también se opone al bombardeo de Libano.

    http://www.eluniversal.com/2006/07/20/opi_art_20592B.shtml

    Nos estamos quedando sólos Guille... snif, snif.

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  4. Anónimo2:49 p. m.

    ahora solo falta de carlos alberto montaner tambén se oponga... ja ja ja

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  5. como si vargas llosa y montaner fueran los unicos y mas preclaros representantes de "la derecha" o el liberalismo, oigan.

    Ademas, donde en mis posts apoyo los bombarderos en sí. Busquen, busquen, y me avisan despues...

    Vaya "tolerancia" je je

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