Una cosa son las emisiones de CO2 ya sea que provengan de la hinfame y kondenada actividad humana, y otra el aumento de su concentración en la atmósfera, medida en ppm (partes-por-millon). Según el credo alarmista sobre el Cambio Climático y el Calentamiento Global, son las emisiones de CO2 antropogénicas las causantes de este "cataclismo".
No hay registros sobre la cantidad de CO2 emitido por el hombre durante las últimas decadas. Lo que hay son cálculos aproximados del volumen anual de emisiones. De allí que la prensa se
alarme por que, lejos de cumplir con las reducciones contempladas por el protocolo de Kyoto, los países signatarios sigan aumentando sus emisiones. Si hemos de justificar el estado de alarma, no se puede decir que estos aumentos sean sostenidos ni que la sumatoria de actividades humanas haya mantenido un ritmo constante de incremento de emisiones. Por eso el siguiente
gráfico sobre el aumento de la concentración de CO2 durante los últimos 50 años (partiendo de 1958 cuando comenzaron los registros):
es inexplicable si hemos de considerar al hombre como factor determinante de esta subida constante y sostenida. Es obvio que la actividad industrial ha ido en aumento, pero no en forma lineal como sucede en esta gráfica. Los avatares históricos de la economía mundial con sus innegables repercusiones en la industria no se ven reflejados de ninguna forma en esta gráfica. Las fluctuaciones que puedan deberse a la mano del hombre son tan minúsculas que cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta que el incremento de la concentración de CO2 se debe a otras causas mucho más poderosas.
Ahora, superponiendo la curva del aumento global de temperatura durante los últimos 50 años:
se puede apreciar claramente que no hay correspondencia entre ambos incrementos. En todo caso la correlación es tan débil que apenas puede sostenerse como hipótesis de trabajo. Recordemos (si no lo sabían) que el "efecto invernadero" del CO2
se debilita a medida que aumentan sus concentraciones.
Hasta hoy no hay comprobación alguna de esta u otras hipótesis que tienen al hombre como agente principal del cambio climático. Sin embargo esto no ha sido impedimento para que nuestros ecosensibles
policymakers insistan en acuerdos
más gravosos que los anteriores para evitar algo que no depende de nosotros pero que si está en nuestras posibilidades sobrellevarlo. La madre naturaleza nos tiene en sus manos, no al revés.
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