ABOMINACIONES UNIDAS


No es solamente por su ineficacia que el cuerpo de los Cascos Azules de la ONU debería ser famoso. También porque acumula un alarmante historial de suciedad que prácticamente explica el porqué de sus constantes fracasos en sus misiones pacificadoras.

Así lo entiende el periodista de TVE, Vicente Romero:
Nadie les pide que sean ángeles, sino tan sólo eficaces como guardianes de la paz. Pero los cascos azules no son una cosa ni otra. Demasiadas veces ya, las tropas de Naciones Unidas han demostrado que no valen para garantizar la seguridad de las poblaciones indefensas a las que teóricamente se encargan de proteger. Lo he comprobado a lo largo de los años en distintos rincones del mundo. En julio de 1995, catorce meses después de asistir al genocidio que no fueron capaces de evitar en Ruanda, me tocó informar de la matanza propiciada por la pasividad culpable de los soldados holandeses en Srebrenica (Bosnia). Entre ambas tragedias, me decepcionaron los paquistaníes atrincherados en Mogadiscio (Somalia), cuidando únicamente de impedir que un balazo les impidiera disfrutar de la cuantiosa paga atesorada durante meses, cuando regresaran a su país. Podría citar muchos escenarios donde la actuación de los cascos azules me ha indignado, unas veces por su cobarde inhibición y otras por su incompetencia, cuando no por su corrupción.
Ojalá que el contingente peruano en Haití no esté metido en esta pobredumbre. Por lo menos que no haya estado cerca de los ceilandeses.

Vía Etimologías.

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