Contra el Aborto (I)


Ayer 25 de Marzo se celebró el "Día del Niño por Nacer" y, como era de esperarse, no hubo mucha repercusión en el ambiente local totalmente empapado de campaña electoral. A diferencia de otras fechas del "Calendario Cívico" esta careció de toda la parafernalia usual que las caracteriza: actividades escolares, marchas "cívicas", entrevistas televisivas, etc. Y es que lamentablemente la vida y los derechos del feto todavía son materia de "discusión" propiciada por grupos feministas y pro-abortistas.

A continuación una completa argumentación Pro-Vida publicada en el portal Liberalismo.org


El liberalismo contra el derecho al aborto: una argumentación liberal pro-vida (I)
Por Albert Esplugas Boter

Sobre el aborto y el liberalismo

A lo largo de este ensayo, “aborto” hace referencia a la interrupción deliberadamente provocada del embarazo. Se excluye de este modo el aborto por causas naturales.

Lo que sigue es una argumentación antiabortista desde postulados liberales/libertarios. Baste decir sobre los mismos, a título de introducción, que se fundamentan en los derechos individuales, teniendo como principio rector el de la no-agresión[1]. Esto hace que la argumentación sea especialmente sólida (en relación con otros discursos antiabortistas), porque la doctrina liberal es rigurosamente exigente para con aquellas propuestas prohibicionistas que pretenden integrarse en su seno. No le valen consideraciones utilitaristas, igualitaristas, paternalistas, teológicas... y otras de tipo moral-subjetivo. El liberalismo, para proscribir una acción, contemplará exclusivamente si viola la libertad de la persona. He aquí la exigencia. Por tanto, para que la argumentación presentada sea considerada liberal necesitará demostrar que sus razones son consistentes (y veremos que son las únicas consistentes) con los derechos individuales, con el principio de no-agresión. Es importante explicitar que su condición de liberal en modo alguno restringe su eficacia o capacidad para enfrentarse a los distintos envites pro-abortistas, como alguien podría pensar a priori. Por un lado, porque la mayoría de discursos pro-abortistas emplean premisas abiertamente liberales; y por otro lado, porque los requisitos que ha debido superar la hacen especialmente sólida, como se ha dicho, y le permiten refutar con redoblada fuerza las tesis lanzadas desde ideologías “menos exigentes”.

En este ensayo se utilizarán, en general, los términos “pro-vida” y “pro-elección” para hacer referencia a los detractores y a los defensores del derecho al aborto respectivamente[2].


Sobre la argumentación

Esta disertación pro-vida se asienta sobre tres ejes, que se complementan. Algunos, en solitario, pueden anular buena parte de los razonamientos pro-elección. Pero únicamente la combinación de todos adquiere el carácter de irreductible.

Se analizarán por separado y observaremos cómo se van vinculando. En primer lugar se expondrá que la vida de un ser humano empieza con el zigoto unicelular, y que, por tanto, un embrión o un feto es un nuevo individuo. En segundo lugar se lidiará con la cuestión, más filosófica, de la persona y los derechos. Y en tercer lugar se hablará de la responsabilidad en la que incurren los padres para con sus hijos.


Vida humana

La pregunta acerca de cuándo comienza la vida humana debe responderla la ciencia. La profesora Dianne N. Irving afirma que existe entre los embriólogos humanos un virtual consenso en este asunto[3]: el ser humano empieza con el zigoto, resultado de la “fusión” de un óvulo y un espermatozoide. Citando al embriólogo Keith L. Moore: “Un embrión, un nuevo ser humano, viene a la vida cuando un zigoto es producido en la fertilización por la combinación de un espermatozoide y un óvulo”[4]. El zigoto unicelular, en el día 1 de la concepción, es ya un organismo único de la especie homo sapiens, con sus 46 cromosomas definitorios. Gonzalo de Miranda, catedrático de bioética, explica que un ser vivo es aquél que ha iniciado su ciclo vital y aún no lo ha terminado, y cuyas partes forman un todo. Tal es la realidad del embrión[5]. Inmediatamente después de ser concebido empieza a producir enzimas y proteínas humanas y a dirigir su propio crecimiento y desarrollo. Se trata de un ser humano, “una nueva, genéticamente única, recién existente, vida humana individual”[6].

Es preciso rebatir planteamientos pro-abortistas como que el embrión es meramente una masa de células, simple tejido, o que sólo es un ser humano “potencial” o “posible”[7]. El embrión es desde el primer momento un ser humano definido genéticamente y con capacidad para auto-desarrollarse. No es vida humana en el sentido que puede serlo cualquier célula o masa de células de una persona; se trata de un nuevo individuo. En este contexto, es radicalmente falaz comparar la destrucción de un embrión con la destrucción de un espermatozoide o un óvulo. En ocasiones se aduce que, del mismo modo que un embrión deviene en lo que ahora somos, un espermatozoide y un óvulo pueden engendrar un embrión, y así la interrupción del proceso evolutivo del embrión es análoga a la destrucción de espermatozoides y óvulos (por ejemplo, mediante el uso del preservativo). Pero se pasa por alto que el espermatozoide y el óvulo por separado no son seres humanos, no poseen los 46 cromosomas del nuevo organismo ni tienen capacidad para auto-desarrollarse como tal. Un embrión, en cambio, es un ser humano de facto. Espermatozoide y óvulo pueden llegar a serlo si se “fusionan”, pero mientras no se produzca la fecundación son simples espermatozoides y óvulos.

Parece que para muchos pro-elección la apariencia física del embrión juega un papel significativo en este debate. ¿La forma importa? ¿El tamaño importa? Determinar la humanidad de un individuo por su aspecto externo es algo, cuando menos, poco serio y muy poco científico. ¿Qué fisonomía se supone que debe tener un ser humano? En efecto, un embrión es físicamente muy distinto a un adulto de treinta años, pero también lo es un feto respecta a un adulto y un bebé respecto a un abuelo. Lo que ha cambiado es el “formato”, la naturaleza es la misma. ¿Y qué debemos juzgar, la forma o la esencia?¿Lo contingente o lo inmutable? En realidad no hay modo alguno de establecer una línea divisoria en el proceso evolutivo que separe lo que se presume humano de lo que no, ni desde el punto de vista aspectual (apariencia) ni desde el punto de vista sustancial (naturaleza). La vida de un individuo tiene su origen en el zigoto y concluye con la muerte, y cualquier fotograma que se elija de este proceso vital se percibirá idéntico al fotograma anterior y al posterior. El estado embrionario del ser humano es sólo una fase más de su desarrollo, como lo es, por ejemplo, la niñez.

Uno de los argumentos pro-elección más recurrentes, y al cual hay que oponer una cumplida respuesta, es el de la etapa “pre-embrionaria” y la no-individualidad del embrión o el “pre-embrión”[8]. Richard McCormick, teólogo bioético, es uno de los valedores del concepto de “pre-embrión”[9]. Atendiendo a sus palabras: “Debe tenerse en cuenta que en el estado de zigoto el individuo genético no es aún evolutivamente único – una fuente de un solo individuo”[10]. La individualidad evolutiva (y por tanto el embrión) acaecería en el momento de la implantación[11]. McCormick sostiene que la “entidad multicelular” primigenia (blastocisto) no posee individualidad porque es una mezcla de células que originarán el ser adulto (capa interior del blastocisto) y células que serán descartadas en el nacimiento (capa exterior), como las de la placenta o el cordón umbilical. La individualidad vendría dada exclusivamente por las “células esenciales” (la capa interior). Pero el blastocisto, al estar compuesto por una combinación de “células esenciales” y “células no-esenciales”, no poseería individualidad evolutiva[12]. Este planteamiento es cuestionado por los embriólogos O’Rahilly, Larsen y Moore (entre otros), que afirman que no todas las células de la capa exterior serán “descartadas” y que algunas células de la capa interior contribuyen al desarrollo de la capa exterior (las dos capas no serían de este modo entidades plenamente “separadas”)[13]. Al mismo tiempo, desde el flanco pro-elección se arguye que hasta el catorceavo día aproximadamente el “pre-embrión” podría dividirse y dar lugar a más de un individuo (gemelación), por lo que aún no sería un individuo único. No habría individualidad mientras fuera susceptible de fraccionamiento. En realidad, como expone el doctor O’Rahilly, la duplicación también puede darse a partir del catorceavo día (los siameses, por ejemplo)[14]. Pero la cuestión primordial es, ¿la posibilidad de dividirse implica no-individualidad? En la mayoría de casos el embrión no se divide, luego entonces ¿no habrá sido siempre “un solo individuo”? Quizás lo que habría que presumir no es que el embrión puede originar más de un ser humano, sino que puede no hacerlo (que es lo más probable); puede que sea siempre un único individuo. Pero lo relevante es, según el profesor Jesús Ballesteros refiriéndose a la valoración de Roberto Adorno, que “lo que constituye en biología a un individuo no es la imposibilidad de división, sino la organización de su estructura“[15]. O refiriéndose a Gunther Rager, lo esencial es “que se trata de un ser que mantiene invariable su unidad dinámica, su sistema orgánico, mientras que el problema de la división es secundario”[16]. La noción de pre-embrión, por tanto, sería un mero artificio. Atendiendo al profesor Ballesteros, el catorceavo día (en el que algunos afirman que se inicia la fase embrionaria) “fue establecido, como señala Blázquez (p. 394 y 191), para mitigar la ansiedad de la gente. (...) Se eligió arbitrariamente el día 14, y posteriormente se argumentó que en torno a esa fecha se producía la cresta neuronal y la implantación en el útero... y el fin de la multitotipontecialidad. Testart (1992, p.164ss) destaca que la invención del día 14 no es más que un ardid del utilitarismo para lograr la eugenesia, la selección de los seres humanos”[17].

Otro argumento pro-elección es el que se refiere a la no-autonomía del embrión o el feto, la dependencia existencial respecto a la madre, la no-viabilidad. Veamos el razonamiento en palabras de la pro-abortista Wendy McElroy: “Mientras el feto esté físicamente dentro del cuerpo de la mujer, alimentado por lo que ella come, sustentado por el aire que ella respira, dependiente de su sistema circulatorio y respiratorio, no puede reivindicar derechos individuales porque no es un individuo. Es una parte del cuerpo de la mujer y está sujeto a su discreción”[18]. Según McElroy el código genético no es suficiente para reclamar derechos individuales; el individuo empieza a existir a partir del nacimiento, que es cuando presuntamente deviene en una entidad biológica separada[19]. Dejando para el próximo apartado la cuestión de los derechos, cabe aclarar en primer lugar que “autonomía” no significa “independencia”. Es muy cierto que el no-nacido depende de la madre para su subsistencia, pero también lo es que un bebé depende de sus padres (o de terceros) para vivir. Y por supuesto necesita alimentos, como también los necesita un ser adulto. El que los extraiga de la madre y no de otra fuente es circunstancial. De hecho, el nacimiento representa sólo un cambio de “medio” para el nuevo ser. Sigue siendo dependiente, aunque ahora (si exceptuamos la leche materna) no tomará sus alimentos y su oxígeno del cuerpo de la madre. Se trata, pues, de una dependencia “ambiental”, pero no genética. El no-nacido tiene entidad propia y es autónomo, posee capacidad de auto-desarrollo. El profesor Ballesteros cita a unos cuantos autores en relación con esta materia: “’No es la anidación lo que hace al embrión ser un embrión, como no es la leche materna lo que hace del niño un niño, pese a que el embrión y el niño no sobrevivirán sin anidación y sin leche. El embrión tiene en sí el principio constitutivo del propio ser, aunque dependa extrínsecamente del útero” (Sgreccia, p. 374) El embrión necesita un ambiente pero para desarrollarse él por sí mismo (Rager,. p. 1059). El embrión es un ser viviente completo en devenir. Tiene en sí el poder de pasar de la potencia al acto. El ambiente no le proporciona la forma o la esencia, sino los materiales (el alimento). (Lombardi, p.156)>>[20]. Además, el argumento de Wendy McElroy debe enfrentarse a la cuestión de los embriones creados en un laboratorio. No son dependientes del cuerpo de la madre, luego no son de “su propiedad”. ¿Son entonces individuos? Y si lo son, ¿por qué no iban a serlo también los embriones que se hallan en el útero materno? Son igualmente embriones, lo que les distingue es sólo el entorno en el que se encuentran. En esta línea, ¿pierde un enfermo entubado y con respiración asistida su individualidad? Está claro que será más dependiente, pero sigue siendo una “entidad biológica separada”.

Finalizamos este apartado con el dictamen del genetista Jerome Lejeune: “(C)ada uno de nosotros tiene un único principio, el momento de la concepción (...) Tan pronto como los 23 cromosomas llevados por el espermatozoide se encuentran con los 23 cromosomas llevados por el óvulo, la información general necesaria y suficiente para concebir todas las características del nuevo ser ha sido recogida (...) (C)uando esta información llevada por el espermatozoide y el óvulo se ha combinado, entonces un nuevo ser humano es definido, lo cual nunca ha ocurrido antes ni nunca ocurrirá otra vez (...) [el zigoto, y las células producidas en las subsiguientes divisiones] no son simplemente células no descriptivas, o una “población” o “colección” suelta de células, sino un individuo muy especializado, (...) alguien que se construirá de acuerdo con sus propias reglas”[21].

Conclusión

Desde un punto de vista científico la vida de un ser humano se inicia el día 1 de la concepción, cuando un zigoto es creado a partir de la unión entre un espermatozoide y un óvulo[22]. El nuevo ser es un individuo genéticamente definido, con capacidad para auto-desarrollarse, dependiente pero al mismo tiempo autónomo respecto a la madre. La continuidad de su proceso evolutivo hace arbitrario cualquier intento de fijar su “humanidad” en algún punto entre el día de su concepción y el día de su defunción. Durante este espacio de tiempo, pese a las distintas etapas evolutivas, estamos en presencia de un mismo ser humano[23].

[1] Es ilegítimo iniciar la fuerza contra otra persona (asesinato, violación, secuestro, robo...), emplear la amenaza de la fuerza, o cometer fraude.
[2] Son traducciones de los calificativos utilizados en el mundo anglosajón: “pro-life” (pro-vida) y “pro-choice” (pro-elección). Empleo una terminología bastante neutra, puesto que así es como se autodenominan comúnmente los partidarios de ambas posturas. Desde sus propias perspectivas, no obstante, los nombres que sus opuestos se atribuyen resultan lógicamente inaceptables, y a menudo se les adjudican otros. Para los pro-vida no puede haber elección en cuanto al aborto como no podemos elegir asesinar a otro individuo. Luego desde este punto de vista los pro-elección pueden ser denominados “anti-vida” y también “anti-elección”, pues estarían desvirtuando el sentido de la verdadera elección. Para los pro-elección, los pro-vida son anti-elección, porque niegan que exista el derecho a elegir abortar. Al mismo tiempo pueden considerar también que ellos son los realmente pro-vida y sus antagonistas los anti-vida, porque ellos defienden la libertad y la vida de la madre y los otros las subordinan al no-nacido. Así es que, siendo este ensayo un alegato antiabortista, ¿hubiera sido más pertinente no utilizar los términos que los pro-abortistas emplean para autodenominarse? Quizás. Sin embargo he preferido utilizarlos, y puede que de este modo merme la impresión de que se da por supuesto algo que aquí se pretende demostrar. Ocasionalmente recurriré también, para evitar repeticiones poco estéticas, a los calificativos “abortistas” y “antiabortistas”. Cabe señalar, no obstante, que son más problemáticos, pues en rigor no se ajustan completamente a las categorías anteriores: todos los pro-vida son antiabortistas en lo personal, obviamente; pero dentro de la corriente pro-elección hay quien defiende el derecho a poder elegir abortar sin que él personalmente sea partidario del aborto. Es decir, un pro-elección puede defender que otro individuo tenga libertad para abortar aunque él elija no abortar. Cuando aparezca el término “pro-abortista”, pues, téngase en cuenta que actúa como equivalente a pro-elección, o sea, que hace referencia a alguien que está a favor del derecho al aborto, no del aborto en sí mismo. (En realidad podríamos anotar un problema similar respecto al término “pro-vida”, puesto que también hay “pro-vidas personales” entre los pro-elección).
[3] Dianne N. Irving, “When do human beings begín? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999 (http://www.l4l.org/library/mythfact.html).
[4] Keith L. Moore, “The developing human”, p. 2., citado en Science for Unborn Human Life: http://www.sfuhl.org/k_appendix_1_conception.htm
[5] Imma Álvarez, “El enigma del comienzo a la vida”, alfayomega.com, nº189, 2/12/1999.
[6] Dianne N. Irving, “When do human beings begín? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999.
[7] Para el primer caso, véase por ejemplo la sección FAQ de la web “Abortion is pro-life” (http://www.abortionisprolife.com/faq.htm), inscrita en la corriente individualista de Ayn Rand. Otro ejemplo se encuentra en el artículo “Abortion rights are pro-life” de Leonard Peikoff, fundador del Ayn Rand Institute (http://capmag.com/article.asp?ID=2404). En cuanto a la “potencialidad” del embrión para convertirse en ser humano, la libertaria Wendy McElroy, por ejemplo, se refiere a ello en su artículo “Abortion” (http://www.zetetics.com/mac/abort.htm).
[8] Una crítica a éste y otros planteamientos presuntamente científicos (la teoría de la filogenesis, la naturaleza no abortista de la píldora del día después, el RU486, DIU... ) en Dianne N. Irving, “When do human beings begin? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999, (http://www.l4l.org/library/mythfact.html). También en Jesús Ballesteros, “El estatuto del embrión”, (http://www.bioeticaweb.com/content/view/103/44/). Para una refutación más detallada de distintas propuestas que sugieren el inicio de la vida humana en el algún día posterior al de la concepción (el día 14 es el más común, también la octava semana...), véase Dianne N. Irving, “Scientific and philosophical expertise: an evaluation of the arguments on ‘personhood’”, Linacre Quarterly, 1993. (http://www.consciencelaws.org/Examining-Conscience-Issues/...) En este ensayo Irving ofrece respuestas a planteamientos que sugieren la no-autosuficiencia del embrión primitivo en cuanto a la “información molecular”, la “no-diferenciación” o “no-especialización” suficiente en las primeras células, el estadio de las dos células de Antoine Suarez, la no-individualidad evolutiva del embrión (que es tratada en este trabajo), la no-diferenciación del embrión y la no-individualidad ontológica de Ford...
[9] Esta línea argumental, como se ha dicho, tiene varios seguidores. Por ejemplo: Clifford Grobstein (biólogo), Peter Singer (filósofo), Helga Kuhse (ética), Stephen Buckle (filósofo) Karen Dawson (genetista). (Dianne N. Irving, “When do human beings begin? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999).
[10] Richard McCormick, "Who or what is the preembryo?" Kennedy Institute of Ethics Journal 1991, p. 3, citado en Dianne N. Irving, “When do human beings begin? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999.
[11] La implantación tiene lugar en el día 5-7, aunque McCormick parece que la sitúa erróneamente al final de la segunda semana.
[12] Dianne N. Irving, “Scientific and philosophical expertise: an evaluation of the arguments on ‘personhood’”, Linacre Quarterly, 1993.
[13] Íbid.
[14] Íbid.
[15] Jesús Ballesteros, “El estatuto del embrión”, refiriéndose a la obra de Roberto Adorno “Bioética y dignidad de la persona”, 1997.
[16] Íbid, refiriéndose a Gunther Rager “Embrión, hombre, persona, Acerca del comienzo de la vida personal", 1997.
[17] Íbid. El profesor Ballesteros hace referencia a Niceto Blázquez y Luis Miguel Pastor, “Bioética fundamental”, 1996; a Testart, “Le désir du gèn”, 1992; y creo que a Mauricio Mori, “La fecondazione artificiale”, 1988.
[18] Wendy McElroy, “Abortion”, http://www.zetetics.com/mac/abort.htm
[19] Íbid.
[20] Jesús Ballesteros, “El estatuto del embrión”, refiriéndose a Elio Sgreccia, “Manuale di Bioética”, 1998; Luigi Lombardi, Terre, Vita e pensiero,1989; Gunther Rager “Embrión, hombre, persona, Acerca del comienzo de la vida personal", 1997.
[21] Dianne N. Irving, “Scientific and philosophical expertise: an evaluation of the arguments on ‘personhood’”, Linacre Quarterly, 1993, citando a Jerome Lejeune en su testimonio en Davis vs. Davis (Martin Palmer, “A Symphony of the Pre-Born Child”). He omitido el énfasis de Irving.
[22] Por lo visto existen discrepancias científicas acerca del momento exacto, dentro del proceso de fertilización, en el que surge el ser humano.
[23] Para una cronología esquemática del proceso evolutivo del no-nacido: http://www.sfuhl.org/k_appendix_1.htm (Science for Unborn Human Life - Sfuhl).Para una escueta descripción del proceso con imágenes: http://www.vidahumana.org/vidafam/aborto/desarrollo.html. También hay imágenes del proceso en la página mencionada antes: www.sfuhl.org.

15 comentarios:

  1. hey Da Maus: tú no eres un liberal sino un libre-mercadista. Deja de confundir érminos.
    En respuesta tu lago artículo, te dejo este:


    Ser liberal
    FRANCISCO J. LAPORTA
    EL PAÍS - Opinión - 18-03-2006

    Es tiempo ya de salir al paso de un lamentable estado de opinión sobre el alcance de lo que significa ser o no ser liberal. La creciente distorsión que se va produciendo entre nosotros desde hace algunos años obliga a poner las cosas en su sitio. El verano pasado, por ejemplo, fallecía en Madrid Rafael Termes, figura conocida en la vida bancaria del país y notorio miembro del Opus Dei. Muchas de las crónicas y epitafios que se le dedicaron afirmaron, aunque parezca increíble, que por encima de todo se trataba de "un liberal". No hace tanto tiempo que se ha podido leer en una entrevista a la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, una suerte de desafío del siguiente tenor: "Que se me diga en qué me he salido yo del ideario liberal". Por no mencionar, claro está, ese estilo impostor de hacer información y opinión que, blasonando también de liberal, podemos escuchar todos los días -¡cosas veredes!- en la cadena radiofónica de la Conferencia Episcopal española. El liberalismo, que no hace tanto tiempo era pecado, ha mutado sorprendentemente hasta convertirse en aliado inseparable del clero. En estos días, y para redondear esta turbia mezcolanza, la convención nacional del Partido Popular ha concluido afirmando que su programa y su trayectoria también pretenden fundamentarse en el liberalismo.

    Eso de ser liberal, sin embargo, descansa en algunas convicciones que, con todo respeto, no son ni las del Opus Dei, ni las de los obispos españoles, ni las del Partido Popular. Descansa, para empezar, en una idea central: que el libre desenvolvimiento de la personalidad es parte esencial de lo que es el bien del ser humano, condición necesaria para la civilización, la ética y la cultura. Es la concepción de la persona como artífice de sus propios pensamientos, de sus propios actos y de sus propias decisiones, como dueña de sí misma. El liberal piensa que el diseño de la propia vida es lo que determina la valía fundamental de lo que es un ser humano. Y por ello ha de exigir para toda persona al menos estas cosas: el máximo de libertad, tanto externa como interior, compatible con una igual libertad para los demás, el protagonismo fundamental de las decisiones propias en la trayectoria de cada vida, y el fomento de las facultades básicas de deliberación y elección que hacen esto posible. Y por lo que respecta a la trayectoria moral de los individuos, debe mantener la convicción de que no puede haber ningún mandamiento moral externo que se imponga arbitrariamente a las convicciones que cada uno, en su deliberación racional en libertad, estime como las más adecuadas. En definitiva, debe pensar al ser humano como alguien definido moral y vitalmente por sus propias decisiones, modelador y escultor de sí mismo. La autonomía personal es para el liberal aquello que nos eleva a la categoría de seres morales, aquello que nos constituye como actores en el desarrollo de nuestras convicciones sobre lo que es bueno y lo que es malo. Ser actor de mi vida es lo que me transforma en persona en el sentido moral, lo que me confiere el mérito moral y me hace moralmente responsable. Si fuera un ser pasivo en el que se inducen automáticamente comportamientos y sensaciones, por exitosas o placenteras que fueran, no tendría el más mínimo papel en el universo moral, como no lo tiene la planta que produce flores, por bellas que éstas sean, o el sujeto que es llevado por una fuerza insuperable a realizar una acción buena. Lo que me instala en el universo de la ética es mi condición de ser humano autónomo. Esa convicción es el centro de gravedad de lo que significa ser liberal.

    Como es fácil de imaginar, un punto de partida tan poderoso arrastra tras de sí muchas y muy importantes consecuencias. En primer lugar, y por lo que a la vida política se refiere, toda la actividad política y los proyectos de la sociedad se tornan en un gran proceso de deliberación entre personas libres y autónomas que intercambian sus ideas presididas por la virtud de la tolerancia y la guía de la racionalidad. No tienen sitio por ello aquí la descalificación y el improperio, la imposición o el trágala, o la manipulación de los datos y la excitación tramposa de resortes emocionales. Para ser liberales, los partidos y sus responsables han de comportarse en las instituciones como en foros para la discusión racional y la exposición articulada de preferencias e intereses. Deben esforzarse porque en ellas se presenten al ciudadano las razones de las decisiones que se adoptan y los fundamentos en que se basan las directrices políticas que se persiguen. Para ello deben hablar y razonar, nunca mentir, alegar pros y contras, nunca distorsionar, y tratar a los demás actores políticos y sociales con el respeto que deriva de su condición de partícipes de la peripecia política de la comunidad, nunca denigrarlos o insultarlos. El liberal no distorsiona ni compromete las instituciones de la democracia para obtener un rédito de partido, y menos aún se dedica a falsearlas para hacerlas actuar en su propio beneficio.

    Por lo que respecta a la información pública en los medios de comunicación, el liberal es veraz, independiente, imparcial y limpio. Tiene vedado engañar presentando sólo una parte de los hechos, medias verdades o simples mentiras. No debe interponerse con la propia ideología entre los hechos y los oyentes o los lectores para contaminar el mensaje, ni hacer pasar por realidad lo que es deseo de partido, ni jugar sucio para satisfacer al patrón. Como portador de una convicción sobre la mayoría de edad, la racionalidad y la dignidad de sus interlocutores, el informador liberal jamás denigra a nadie, ni desliza sugerencias que puedan minar la dignidad de los demás. No juega con trampa para ensalzar a nadie o socavar su reputación. Presenta hechos y argumentos procurando siempre que el razonamiento, aunque sea adverso a alguien, no toque siquiera la pielde la persona. No imputa gratuitamente delitos ni vehicula insidias que puedan destruir la imagen de aquel de quien habla. Y, por supuesto, se esfuerza siempre en no pasar de contrabando sus opiniones haciéndolas parecer informaciones.

    No se es, por ello, liberal, cuando se piensa que es lícito mover a las personas mediante manipulación, catequesis, indoctrinación o lavados de cerebro. Y eso tiene mucho que ver con la actitud que se adopta respecto del sistema educativo. El liberal no puede, por ejemplo, ser partidario de la enseñanza pasiva puramente memorista, ni de la enseñanza obligatoria de la religión, pues ello implica faltar al respeto al educando en su incipiente autonomía personal. La idea misma de una entidad extraña y ajena que establece mediante argumentos de autoridad las pautas morales a seguir por el individuo es esencialmente contradictoria con el liberalismo. No estoy en condiciones de decir si la Iglesia española tuvo razón al señalar durante más de un siglo que el liberalismo era pecado, pero sí sé que el liberal no puede nunca aceptar la supremacía incondicionada de ninguna iglesia en materia de convicciones morales. Ser a la vez liberal y católico es en el fondo imposible.

    Pero donde la confusión se ha impuesto con cinismo y facilidad ha sido en materia económica. Ha venido, además, consolidada por la estúpida complicidad de cierta izquierda que ha dado en repetir la misma cantinela equivocada frente a las políticas que se basan exclusivamente en una apelación incondicional a la economía de mercado. Se llaman desde entonces liberales (o neoliberales) a quienes son únicamente partidarios del libre mercado, tomando irresponsablemente la parte por el todo. A mí, sin embargo, me parece que aquellos cuyo liberalismo se basa únicamente en ese postulado y olvida todos los anteriores, no son liberales, sino libre-mercadistas. Sus ideales son de sobra conocidos: supresión de los impuestos, nula intervención pública en la economía, y organización perfectamente libre e incondicionada de los intercambios de mercado. De la condición humana ni se habla; basta con pensar en el Homo economicus. Al lado de esto, una base indispensable para ser un buen libre-mercadista es defender el statu quo económico, pues cualquier intervención exterior para modificarlo viola los presupuestos de los que se parte. La actual distribución de la riqueza no puede ser afectada por políticas públicas, porque las políticas públicas son, por definición, contrarias a los tres ideales anteriores. Que las cosas, por tanto, queden como están: éste es el supuesto fundamental del libre-mercadismo. Y es seguramente lo que le asimila vertiginosamente a todo conservadurismo y le permite gozar de los favores de la derecha y del apoyo mediático del clero. Por eso el Partido Popular dice que es liberal, aunque no lo es; como no lo son ni la Conferencia Episcopal ni el Opus Dei. Y es en este punto donde no puede, en efecto, registrarse ni una desviación de un milímetro en la trayectoria de doña Esperanza Aguirre. Pero, claro, esto puede ser cualquier otra cosa, pero no es ser liberal. Porque para ser liberal hay que ser como José María Blanco White, Mariano José de Larra, Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset o Julio Caro Baroja, por poner unos nombres que nadie podría imaginarse apoyando a nuestra zafia derecha contemporánea. Tengo también un buen manejo de vivos, pero no lo voy a dar. Bueno, sí, mencionaré sólo a uno: Francisco Ayala, pero no vayan a proponerle que se afilie al Partido Popular porque lo matan del susto, y muchos deseamos que viva cien años más.

    Francisco J. Laporta es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

    ResponderBorrar
  2. Se nota que Laporta con todos sus titulos no ha leido a Juan de Mariana, ni a Bastiat, ni a Tocqueville, ni a Lord Acton, ni a Sirico, etc; todos ellos confesos católicos y adscritos a la defensa de la causa liberal.

    Se nota en este articulo suyo un dogmatismo mas radical que el del Opus Dei que es a donde reduce todo el credo catolico. No existe ningún punto expuesto por el como "liberalismo" que colisione con el catolicismo. de hecho, el libre desarrollo de la personalidad entronca con la posibilidad del desarrollo de la fe católica en una comunidad voluntaria de convicciones. Si el liberalismo imposibilitara el catolicismo entonces el liberalismo sería contradictorio en sus presupuestos. no puede reivindicarse el libre desarrollo de la personalidad para luego impedir ese desarrollo.

    Por eso la afirmación central de Laporta es un disparate: "el liberal no puede nunca aceptar la supremacía incondicionada de ninguna iglesia en materia de convicciones morales". las convicciones morales pertenecen a la libre voluntad de la persona, y no tienen porque chocar con el liberalismo porque este no es doctrina moral.

    Laporta cae en la tremenda y peligrosa confusión entre justicia y moralidad. El liberalismo defiende una justicia basada en la libertad individual y la propiedad privada, pero no establece qué comportamientos deben seguir las personas cuando hacen uso de su libertad y de su propiedad. Por eso el liberalismo no es una teoría moral, precisamente porque la moralidad de cada individuo constituye una manifestación de su propia libertad. Si el liberalismo predeterminara la elección moral de las personas, entonces se totalizaría convirtiéndose en una dictadura ideológica. ¿Cómo podría defender el libre desarrollo de la personalidad si ya impusiera a priori la personalidad a desarrollar?

    vaya "catedratico". Seguro es compadre de Llamazares je je

    ResponderBorrar
  3. El liberalismo profesa "la capacidad de pensar"... cosa que constriñe la Iglesia... si quieres, te doy al menos 50 ejemplos. La sóla noción de "pecado de pensamiento" es ya una noción...
    Y Llamazares es un gran tipo... y España será una República, y la Iglesia tendrá que pagar impuestos en vez de vivir de la teta del Estado (es éso y no el aborto, lo que les importa).

    ResponderBorrar
  4. Je je.. me sorprende las propias venda que te pones. En ninguna parte de la doctrina de la Iglesia se dice que hay "pecado de pensamiento", sino "Pecado POR pensamiento, palabra, obra u omisión". Y si quieres dame esos otros 50 ejemplos mas que de seguro se deben a una lectura descontextualizada o a simples falsedades. No habras sido alumno de Pepe Rodriguez, o de "Greenman"??? je je

    Y sobre Llamazares pense que marcarias tus distancias de tan impresentable tipo. Aquel que dijo que el holocausto judío era una nadería inventada por fanaticos, que el terrorismo etarra era "justicia ejercida por los vascos", que la religion es una tara mental.... oiga! no me sorprenderias si me dices despues que Abimael guzman es perseguido politico.

    ResponderBorrar
  5. ¿Quién es Greenman?
    Eso pecado POR pensamiento es acaso peor...
    "Aquel que dijo que el holocausto judío era una nadería inventada por fanaticos, que el terrorismo etarra era "justicia ejercida por los vascos"": el que lo descontextualiza eres tú... dame las fuentes exactas donde dice eso.
    Y, sí, la iglesia debe pagar impuestos...

    ResponderBorrar
  6. Creo que es bastante claro que se trata de ciertos pensamientos, los pecaminosos, no que pensar sea pecado.
    Y creo que Llamazares es muy conocido por su antisemitismo y antisionismo pues encabeza toda marcha contra israel ya sea protestante contra la ocupacion, por el muro, etc... Lo que escuche de él sobre el holocausto judio fue muy comentado cuando le pidieron explicar porque su IU no asistia a las ceremonias de conmemoracion del holocausto. Despues de venir con mas memeces de siempre ("Israel es un estado terrorista", "hay genocidios olvidados", etc...) sale con que el Holocausto es una naderia y que era mas que todo propaganda para ocultar lo que estaban haciendo con los palestinos. No se como encontrar en Internet esa noticia de hace mas de un año, pero de que el tipo es claro respecto a eso, lo es.
    Y la iglesia no paga impuestos gracias a las prerrogativas que le otorga la misma constitucion española en reconocimiento a su historia. Como siempre, esta la via legal para cambiar la situacion. Y hasta donde yo se, no hay ninguna propuesta seria en marcha nisiquiera desde los diputados.

    ResponderBorrar
  7. quiero pensar en una mujer de turgentes senos y en Benedicto XVI descubriendo a una morena con minifalda: eso es pecado?

    ResponderBorrar
  8. personalmente creo que si, porque se denota una falta de respeto total no solamente por la persona del papa sino por Cristo. Claro, si es que te suena algo la palabra "respeto".

    ResponderBorrar
  9. Que clase de profesional seras que te es imposible mostrar una minima de respeto y estas totalmente subordinado a prejuicios y propaganda. Tu ultimo comentario no es de adultos, simplemente. Lastima pues

    ResponderBorrar
  10. Anónimo3:31 a. m.

    25 de Marzo "Dia del Niño por Nacer", esa no la sabia, y cuando haran el Dia por la Mortalidad Infantil", es mas facil defender al no nacido que al que esta en vida, y convertirnos en complices de la eliminacion natural, los mas fuertes sobreviran los debiles se eliminaran,como simples primates, la decision deinterrumpir o continuar un embarazo es un asunto de mujeres, pertenece a la mujer que decide por su cuerpo, bajo su responsabilidad. Un hijo es una responsabilidad a vida no es cachorro que se da mucho cariño cuando son chiquitos y luego cuando crecen se les bota a la calle o en el mejor de los casos se le manda a la azotea
    Hagamos grandes discursos, por aquel que niño con retrazo mental por falta de alimentos, por un poco de respetos por aquellos niños que murieron por enfermedades altamente controlables, y por falta de medios economicos no pudieron ser curados, Donde hay una voz que hable por esos Niños , donde esta los padres de la iglesia, los grandes pensadores, los de la "vida" de los no nacidos, que se preocupen por los ya nacidos

    ResponderBorrar
  11. ¿qué último comentario? si lo censuraste... sólo estoy llevando al absurdo la posición de un integrista católico como tú

    ResponderBorrar
  12. Los extremistas siempre confunden la forma con el contenido, tal vez por la fragilidad de sus convicciones tratan de defender sus simbolos como si de reductos se tratara, la imaginacion y el absurdo de Reaño solo puede ser ofensivo si asumes que tu Papa en el fondo es un simbolo fatuo y fragil.
    Luego todo lo llevan a una ofensa divina un poco mas y nos van a salir con una "fatwua" cristiana, en el fondo les encantaria, pero bueno ahi hay que reconocerlo, son un poquito mas sutiles que los fanaticos islamicos el discurso de nuestros integristas va mas por desautorizar todo lo DIFERENTE y crucificar intelectualmente al opositor con razones mas bien manipuladoras y demagogicas, muy a lo Goebbels.

    Me parece muy bien el penultimo comentario, tanto escandalo por un problema menor comparado con el casi genocidio de millones de peruanos que viven en condiciones infrahumanas, parece que esos no son motivo de preocupacion para los ojos catolicos, mira que estan a la vuelta de la esquina y por esos si no hacen movilizaciones y no parecen sentirse ofendidos por toda esa miseria, ahi si conviven muy bien con ellos, ahi si no dicen NADA.

    ResponderBorrar
  13. Imaginación ni absurdos: nanay. La intención suya se revela totalmente en la forma y el contenido: falta de respeto y agresión, por lo cual me tome la libertad de borrar ese comentario insultante, cosa que no hago muy a menudo.

    Oootra cosa muy distinta es que estes de acuerdo con él. Muy bien.

    Pero no vengas con falsedades de que somos casi o tan "integristas" como los musulmanes. Y mucho menos que la Iglesia no hace nada por los millones d epobres en el PEru y en el Mundo. Te podria nombrar "ene" organizaciones católicas que trabajan en esas zonas de extrema pobreza. No estan "en todas" pero hace lo que esta en sus humanas capacidades, aparte de luchar en otros ambitos por una mejor educación que rescate los verdaderos valores humanos. Si todo esto no te consta, no te voy a pedir que me creas. Total, en las mentes pauperizadas por el odio todo es negativo.

    ResponderBorrar
  14. Y aprovecho para decirte que no creo en absoluto que ayudes a ningún pobre. Si asi fuera, dejarias de espectorar tanta nausea contra otros.

    ResponderBorrar
  15. La caricatura pontificia soez de Reaño puede gustarte o no como tampoco les gusta a los fanaticos islamicos ver una caricatura de Mahoma pero de ahi a censurarla por que opina muy diferente a ti dice mucho de tu forma de enfrentar la disension, al final todos los fanaticos son iguales.
    Y hace unos dias nomas te quedabas afonico defendiendo la libertad de expresion a favor de unas caricaturas a todas luces irrespetuosas y agresivas en Dinamarca.

    ResponderBorrar