Ayer 25 de Marzo se celebró el
"Día del Niño por Nacer" y, como era de esperarse, no hubo mucha repercusión en el ambiente local totalmente empapado de campaña electoral. A diferencia de otras fechas del "Calendario Cívico" esta careció de toda la parafernalia usual que las caracteriza: actividades escolares, marchas "cívicas", entrevistas televisivas, etc. Y es que lamentablemente la vida y los derechos del feto todavía son materia de "discusión" propiciada por grupos feministas y pro-abortistas.
A continuación una completa argumentación Pro-Vida publicada en el portal
Liberalismo.orgEl liberalismo contra el derecho al aborto: una argumentación liberal pro-vida (I)Por Albert Esplugas BoterSobre el aborto y el liberalismoA lo largo de este ensayo, “aborto” hace referencia a la interrupción deliberadamente provocada del embarazo. Se excluye de este modo el aborto por causas naturales.
Lo que sigue es una argumentación antiabortista desde postulados liberales/libertarios. Baste decir sobre los mismos, a título de introducción, que se fundamentan en los derechos individuales, teniendo como principio rector el de la no-agresión[1]. Esto hace que la argumentación sea especialmente sólida (en relación con otros discursos antiabortistas), porque la doctrina liberal es rigurosamente exigente para con aquellas propuestas prohibicionistas que pretenden integrarse en su seno. No le valen consideraciones utilitaristas, igualitaristas, paternalistas, teológicas... y otras de tipo moral-subjetivo. El liberalismo, para proscribir una acción, contemplará exclusivamente si viola la libertad de la persona. He aquí la exigencia. Por tanto, para que la argumentación presentada sea considerada liberal necesitará demostrar que sus razones son consistentes (y veremos que son las únicas consistentes) con los derechos individuales, con el principio de no-agresión. Es importante explicitar que su condición de liberal en modo alguno restringe su eficacia o capacidad para enfrentarse a los distintos envites pro-abortistas, como alguien podría pensar a priori. Por un lado, porque la mayoría de discursos pro-abortistas emplean premisas abiertamente liberales; y por otro lado, porque los requisitos que ha debido superar la hacen especialmente sólida, como se ha dicho, y le permiten refutar con redoblada fuerza las tesis lanzadas desde ideologías “menos exigentes”.
En este ensayo se utilizarán, en general, los términos “pro-vida” y “pro-elección” para hacer referencia a los detractores y a los defensores del derecho al aborto respectivamente[2].
Sobre la argumentaciónEsta disertación pro-vida se asienta sobre tres ejes, que se complementan. Algunos, en solitario, pueden anular buena parte de los razonamientos pro-elección. Pero únicamente la combinación de todos adquiere el carácter de irreductible.
Se analizarán por separado y observaremos cómo se van vinculando. En primer lugar se expondrá que la vida de un ser humano empieza con el zigoto unicelular, y que, por tanto, un embrión o un feto es un nuevo individuo. En segundo lugar se lidiará con la cuestión, más filosófica, de la persona y los derechos. Y en tercer lugar se hablará de la responsabilidad en la que incurren los padres para con sus hijos.
Vida humanaLa pregunta acerca de cuándo comienza la vida humana debe responderla la ciencia. La profesora Dianne N. Irving afirma que existe entre los embriólogos humanos un virtual consenso en este asunto[3]: el ser humano empieza con el zigoto, resultado de la “fusión” de un óvulo y un espermatozoide. Citando al embriólogo Keith L. Moore: “Un embrión, un nuevo ser humano, viene a la vida cuando un zigoto es producido en la fertilización por la combinación de un espermatozoide y un óvulo”[4]. El zigoto unicelular, en el día 1 de la concepción, es ya un organismo único de la especie homo sapiens, con sus 46 cromosomas definitorios. Gonzalo de Miranda, catedrático de bioética, explica que un ser vivo es aquél que ha iniciado su ciclo vital y aún no lo ha terminado, y cuyas partes forman un todo. Tal es la realidad del embrión[5]. Inmediatamente después de ser concebido empieza a producir enzimas y proteínas humanas y a dirigir su propio crecimiento y desarrollo. Se trata de un ser humano, “una nueva, genéticamente única, recién existente, vida humana individual”[6].
Es preciso rebatir planteamientos pro-abortistas como que el embrión es meramente una masa de células, simple tejido, o que sólo es un ser humano “potencial” o “posible”[7]. El embrión es desde el primer momento un ser humano definido genéticamente y con capacidad para auto-desarrollarse. No es vida humana en el sentido que puede serlo cualquier célula o masa de células de una persona; se trata de un nuevo individuo. En este contexto, es radicalmente falaz comparar la destrucción de un embrión con la destrucción de un espermatozoide o un óvulo. En ocasiones se aduce que, del mismo modo que un embrión deviene en lo que ahora somos, un espermatozoide y un óvulo pueden engendrar un embrión, y así la interrupción del proceso evolutivo del embrión es análoga a la destrucción de espermatozoides y óvulos (por ejemplo, mediante el uso del preservativo). Pero se pasa por alto que el espermatozoide y el óvulo por separado no son seres humanos, no poseen los 46 cromosomas del nuevo organismo ni tienen capacidad para auto-desarrollarse como tal. Un embrión, en cambio, es un ser humano de facto. Espermatozoide y óvulo pueden llegar a serlo si se “fusionan”, pero mientras no se produzca la fecundación son simples espermatozoides y óvulos.
Parece que para muchos pro-elección la apariencia física del embrión juega un papel significativo en este debate. ¿La forma importa? ¿El tamaño importa? Determinar la humanidad de un individuo por su aspecto externo es algo, cuando menos, poco serio y muy poco científico. ¿Qué fisonomía se supone que debe tener un ser humano? En efecto, un embrión es físicamente muy distinto a un adulto de treinta años, pero también lo es un feto respecta a un adulto y un bebé respecto a un abuelo. Lo que ha cambiado es el “formato”, la naturaleza es la misma. ¿Y qué debemos juzgar, la forma o la esencia?¿Lo contingente o lo inmutable? En realidad no hay modo alguno de establecer una línea divisoria en el proceso evolutivo que separe lo que se presume humano de lo que no, ni desde el punto de vista aspectual (apariencia) ni desde el punto de vista sustancial (naturaleza). La vida de un individuo tiene su origen en el zigoto y concluye con la muerte, y cualquier fotograma que se elija de este proceso vital se percibirá idéntico al fotograma anterior y al posterior. El estado embrionario del ser humano es sólo una fase más de su desarrollo, como lo es, por ejemplo, la niñez.
Uno de los argumentos pro-elección más recurrentes, y al cual hay que oponer una cumplida respuesta, es el de la etapa “pre-embrionaria” y la no-individualidad del embrión o el “pre-embrión”[8]. Richard McCormick, teólogo bioético, es uno de los valedores del concepto de “pre-embrión”[9]. Atendiendo a sus palabras: “Debe tenerse en cuenta que en el estado de zigoto el individuo genético no es aún evolutivamente único – una fuente de un solo individuo”[10]. La individualidad evolutiva (y por tanto el embrión) acaecería en el momento de la implantación[11]. McCormick sostiene que la “entidad multicelular” primigenia (blastocisto) no posee individualidad porque es una mezcla de células que originarán el ser adulto (capa interior del blastocisto) y células que serán descartadas en el nacimiento (capa exterior), como las de la placenta o el cordón umbilical. La individualidad vendría dada exclusivamente por las “células esenciales” (la capa interior). Pero el blastocisto, al estar compuesto por una combinación de “células esenciales” y “células no-esenciales”, no poseería individualidad evolutiva[12]. Este planteamiento es cuestionado por los embriólogos O’Rahilly, Larsen y Moore (entre otros), que afirman que no todas las células de la capa exterior serán “descartadas” y que algunas células de la capa interior contribuyen al desarrollo de la capa exterior (las dos capas no serían de este modo entidades plenamente “separadas”)[13]. Al mismo tiempo, desde el flanco pro-elección se arguye que hasta el catorceavo día aproximadamente el “pre-embrión” podría dividirse y dar lugar a más de un individuo (gemelación), por lo que aún no sería un individuo único. No habría individualidad mientras fuera susceptible de fraccionamiento. En realidad, como expone el doctor O’Rahilly, la duplicación también puede darse a partir del catorceavo día (los siameses, por ejemplo)[14]. Pero la cuestión primordial es, ¿la posibilidad de dividirse implica no-individualidad? En la mayoría de casos el embrión no se divide, luego entonces ¿no habrá sido siempre “un solo individuo”? Quizás lo que habría que presumir no es que el embrión puede originar más de un ser humano, sino que puede no hacerlo (que es lo más probable); puede que sea siempre un único individuo. Pero lo relevante es, según el profesor Jesús Ballesteros refiriéndose a la valoración de Roberto Adorno, que “lo que constituye en biología a un individuo no es la imposibilidad de división, sino la organización de su estructura“[15]. O refiriéndose a Gunther Rager, lo esencial es “que se trata de un ser que mantiene invariable su unidad dinámica, su sistema orgánico, mientras que el problema de la división es secundario”[16]. La noción de pre-embrión, por tanto, sería un mero artificio. Atendiendo al profesor Ballesteros, el catorceavo día (en el que algunos afirman que se inicia la fase embrionaria) “fue establecido, como señala Blázquez (p. 394 y 191), para mitigar la ansiedad de la gente. (...) Se eligió arbitrariamente el día 14, y posteriormente se argumentó que en torno a esa fecha se producía la cresta neuronal y la implantación en el útero... y el fin de la multitotipontecialidad. Testart (1992, p.164ss) destaca que la invención del día 14 no es más que un ardid del utilitarismo para lograr la eugenesia, la selección de los seres humanos”[17].
Otro argumento pro-elección es el que se refiere a la no-autonomía del embrión o el feto, la dependencia existencial respecto a la madre, la no-viabilidad. Veamos el razonamiento en palabras de la pro-abortista Wendy McElroy: “Mientras el feto esté físicamente dentro del cuerpo de la mujer, alimentado por lo que ella come, sustentado por el aire que ella respira, dependiente de su sistema circulatorio y respiratorio, no puede reivindicar derechos individuales porque no es un individuo. Es una parte del cuerpo de la mujer y está sujeto a su discreción”[18]. Según McElroy el código genético no es suficiente para reclamar derechos individuales; el individuo empieza a existir a partir del nacimiento, que es cuando presuntamente deviene en una entidad biológica separada[19]. Dejando para el próximo apartado la cuestión de los derechos, cabe aclarar en primer lugar que “autonomía” no significa “independencia”. Es muy cierto que el no-nacido depende de la madre para su subsistencia, pero también lo es que un bebé depende de sus padres (o de terceros) para vivir. Y por supuesto necesita alimentos, como también los necesita un ser adulto. El que los extraiga de la madre y no de otra fuente es circunstancial. De hecho, el nacimiento representa sólo un cambio de “medio” para el nuevo ser. Sigue siendo dependiente, aunque ahora (si exceptuamos la leche materna) no tomará sus alimentos y su oxígeno del cuerpo de la madre. Se trata, pues, de una dependencia “ambiental”, pero no genética. El no-nacido tiene entidad propia y es autónomo, posee capacidad de auto-desarrollo. El profesor Ballesteros cita a unos cuantos autores en relación con esta materia: “’No es la anidación lo que hace al embrión ser un embrión, como no es la leche materna lo que hace del niño un niño, pese a que el embrión y el niño no sobrevivirán sin anidación y sin leche. El embrión tiene en sí el principio constitutivo del propio ser, aunque dependa extrínsecamente del útero” (Sgreccia, p. 374) El embrión necesita un ambiente pero para desarrollarse él por sí mismo (Rager,. p. 1059). El embrión es un ser viviente completo en devenir. Tiene en sí el poder de pasar de la potencia al acto. El ambiente no le proporciona la forma o la esencia, sino los materiales (el alimento). (Lombardi, p.156)>>[20]. Además, el argumento de Wendy McElroy debe enfrentarse a la cuestión de los embriones creados en un laboratorio. No son dependientes del cuerpo de la madre, luego no son de “su propiedad”. ¿Son entonces individuos? Y si lo son, ¿por qué no iban a serlo también los embriones que se hallan en el útero materno? Son igualmente embriones, lo que les distingue es sólo el entorno en el que se encuentran. En esta línea, ¿pierde un enfermo entubado y con respiración asistida su individualidad? Está claro que será más dependiente, pero sigue siendo una “entidad biológica separada”.
Finalizamos este apartado con el dictamen del genetista Jerome Lejeune: “(C)ada uno de nosotros tiene un único principio, el momento de la concepción (...) Tan pronto como los 23 cromosomas llevados por el espermatozoide se encuentran con los 23 cromosomas llevados por el óvulo, la información general necesaria y suficiente para concebir todas las características del nuevo ser ha sido recogida (...) (C)uando esta información llevada por el espermatozoide y el óvulo se ha combinado, entonces un nuevo ser humano es definido, lo cual nunca ha ocurrido antes ni nunca ocurrirá otra vez (...) [el zigoto, y las células producidas en las subsiguientes divisiones] no son simplemente células no descriptivas, o una “población” o “colección” suelta de células, sino un individuo muy especializado, (...) alguien que se construirá de acuerdo con sus propias reglas”[21].
ConclusiónDesde un punto de vista científico la vida de un ser humano se inicia el día 1 de la concepción, cuando un zigoto es creado a partir de la unión entre un espermatozoide y un óvulo[22]. El nuevo ser es un individuo genéticamente definido, con capacidad para auto-desarrollarse, dependiente pero al mismo tiempo autónomo respecto a la madre. La continuidad de su proceso evolutivo hace arbitrario cualquier intento de fijar su “humanidad” en algún punto entre el día de su concepción y el día de su defunción. Durante este espacio de tiempo, pese a las distintas etapas evolutivas, estamos en presencia de un mismo ser humano[23].
[1] Es ilegítimo iniciar la fuerza contra otra persona (asesinato, violación, secuestro, robo...), emplear la amenaza de la fuerza, o cometer fraude.
[2] Son traducciones de los calificativos utilizados en el mundo anglosajón: “pro-life” (pro-vida) y “pro-choice” (pro-elección). Empleo una terminología bastante neutra, puesto que así es como se autodenominan comúnmente los partidarios de ambas posturas. Desde sus propias perspectivas, no obstante, los nombres que sus opuestos se atribuyen resultan lógicamente inaceptables, y a menudo se les adjudican otros. Para los pro-vida no puede haber elección en cuanto al aborto como no podemos elegir asesinar a otro individuo. Luego desde este punto de vista los pro-elección pueden ser denominados “anti-vida” y también “anti-elección”, pues estarían desvirtuando el sentido de la verdadera elección. Para los pro-elección, los pro-vida son anti-elección, porque niegan que exista el derecho a elegir abortar. Al mismo tiempo pueden considerar también que ellos son los realmente pro-vida y sus antagonistas los anti-vida, porque ellos defienden la libertad y la vida de la madre y los otros las subordinan al no-nacido. Así es que, siendo este ensayo un alegato antiabortista, ¿hubiera sido más pertinente no utilizar los términos que los pro-abortistas emplean para autodenominarse? Quizás. Sin embargo he preferido utilizarlos, y puede que de este modo merme la impresión de que se da por supuesto algo que aquí se pretende demostrar. Ocasionalmente recurriré también, para evitar repeticiones poco estéticas, a los calificativos “abortistas” y “antiabortistas”. Cabe señalar, no obstante, que son más problemáticos, pues en rigor no se ajustan completamente a las categorías anteriores: todos los pro-vida son antiabortistas en lo personal, obviamente; pero dentro de la corriente pro-elección hay quien defiende el derecho a poder elegir abortar sin que él personalmente sea partidario del aborto. Es decir, un pro-elección puede defender que otro individuo tenga libertad para abortar aunque él elija no abortar. Cuando aparezca el término “pro-abortista”, pues, téngase en cuenta que actúa como equivalente a pro-elección, o sea, que hace referencia a alguien que está a favor del derecho al aborto, no del aborto en sí mismo. (En realidad podríamos anotar un problema similar respecto al término “pro-vida”, puesto que también hay “pro-vidas personales” entre los pro-elección).
[3] Dianne N. Irving, “When do human beings begín? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999 (http://www.l4l.org/library/mythfact.html).
[4] Keith L. Moore, “The developing human”, p. 2., citado en Science for Unborn Human Life: http://www.sfuhl.org/k_appendix_1_conception.htm[5] Imma Álvarez, “El enigma del comienzo a la vida”, alfayomega.com, nº189, 2/12/1999.
[6] Dianne N. Irving, “When do human beings begín? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999.
[7] Para el primer caso, véase por ejemplo la sección FAQ de la web “Abortion is pro-life” (http://www.abortionisprolife.com/faq.htm), inscrita en la corriente individualista de Ayn Rand. Otro ejemplo se encuentra en el artículo “Abortion rights are pro-life” de Leonard Peikoff, fundador del Ayn Rand Institute (http://capmag.com/article.asp?ID=2404). En cuanto a la “potencialidad” del embrión para convertirse en ser humano, la libertaria Wendy McElroy, por ejemplo, se refiere a ello en su artículo “Abortion” (http://www.zetetics.com/mac/abort.htm).
[8] Una crítica a éste y otros planteamientos presuntamente científicos (la teoría de la filogenesis, la naturaleza no abortista de la píldora del día después, el RU486, DIU... ) en Dianne N. Irving, “When do human beings begin? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999, (http://www.l4l.org/library/mythfact.html). También en Jesús Ballesteros, “El estatuto del embrión”, (http://www.bioeticaweb.com/content/view/103/44/). Para una refutación más detallada de distintas propuestas que sugieren el inicio de la vida humana en el algún día posterior al de la concepción (el día 14 es el más común, también la octava semana...), véase Dianne N. Irving, “Scientific and philosophical expertise: an evaluation of the arguments on ‘personhood’”, Linacre Quarterly, 1993. (http://www.consciencelaws.org/Examining-Conscience-Issues/...) En este ensayo Irving ofrece respuestas a planteamientos que sugieren la no-autosuficiencia del embrión primitivo en cuanto a la “información molecular”, la “no-diferenciación” o “no-especialización” suficiente en las primeras células, el estadio de las dos células de Antoine Suarez, la no-individualidad evolutiva del embrión (que es tratada en este trabajo), la no-diferenciación del embrión y la no-individualidad ontológica de Ford...
[9] Esta línea argumental, como se ha dicho, tiene varios seguidores. Por ejemplo: Clifford Grobstein (biólogo), Peter Singer (filósofo), Helga Kuhse (ética), Stephen Buckle (filósofo) Karen Dawson (genetista). (Dianne N. Irving, “When do human beings begin? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999).
[10] Richard McCormick, "Who or what is the preembryo?" Kennedy Institute of Ethics Journal 1991, p. 3, citado en Dianne N. Irving, “When do human beings begin? “Scientific” facts and scientific facts”, Libertarians for Life, 1999.
[11] La implantación tiene lugar en el día 5-7, aunque McCormick parece que la sitúa erróneamente al final de la segunda semana.
[12] Dianne N. Irving, “Scientific and philosophical expertise: an evaluation of the arguments on ‘personhood’”, Linacre Quarterly, 1993.
[13] Íbid.
[14] Íbid.
[15] Jesús Ballesteros, “El estatuto del embrión”, refiriéndose a la obra de Roberto Adorno “Bioética y dignidad de la persona”, 1997.
[16] Íbid, refiriéndose a Gunther Rager “Embrión, hombre, persona, Acerca del comienzo de la vida personal", 1997.
[17] Íbid. El profesor Ballesteros hace referencia a Niceto Blázquez y Luis Miguel Pastor, “Bioética fundamental”, 1996; a Testart, “Le désir du gèn”, 1992; y creo que a Mauricio Mori, “La fecondazione artificiale”, 1988.
[18] Wendy McElroy, “Abortion”, http://www.zetetics.com/mac/abort.htm[19] Íbid.
[20] Jesús Ballesteros, “El estatuto del embrión”, refiriéndose a Elio Sgreccia, “Manuale di Bioética”, 1998; Luigi Lombardi, Terre, Vita e pensiero,1989; Gunther Rager “Embrión, hombre, persona, Acerca del comienzo de la vida personal", 1997.
[21] Dianne N. Irving, “Scientific and philosophical expertise: an evaluation of the arguments on ‘personhood’”, Linacre Quarterly, 1993, citando a Jerome Lejeune en su testimonio en Davis vs. Davis (Martin Palmer, “A Symphony of the Pre-Born Child”). He omitido el énfasis de Irving.
[22] Por lo visto existen discrepancias científicas acerca del momento exacto, dentro del proceso de fertilización, en el que surge el ser humano.
[23] Para una cronología esquemática del proceso evolutivo del no-nacido: http://www.sfuhl.org/k_appendix_1.htm (Science for Unborn Human Life - Sfuhl).Para una escueta descripción del proceso con imágenes: http://www.vidahumana.org/vidafam/aborto/desarrollo.html. También hay imágenes del proceso en la página mencionada antes: www.sfuhl.org.