"Guerra civil o dictadura comunista"

En este video, el futuro presidente de Chile Patricio Aylwin, líder del partido Democracia Cristiana (DC), explica en 1973 cómo "la destrucción institucional a la que había llevado el gobierno del Sr. Allende al país" provocó el caos que precipitó el pronunciamiento de las fuerzas armadas.



Posteriormente Aylwin se convertiría en el lider de la Concertación opuesta al régimen pinochetista, siendo elegido presidente en las elecciones de 1989.

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5 comentarios:

  1. Excelente y revelador documento, Guille.
    No sabía que estaba disponible en You Tube.
    Refleja lo que pudimos darnos cuenta quienes vivimos esos días nefastos del gobierno de Allende.

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  2. Anónimo8:24 a. m.

    Justo sobre la Democracia Cristiana escribe hoy César Hildebrant

    Pinochet tuvo una madre

    La muerte de Augusto Pinochet es una redundancia. Hacía tiempo que el basurero de la historia lo había acogido como despojo de la guerra fría y Franco de caricatura en un remate de anticuario falaz.
    Pinochet ya era esperpéntico aun para la derecha chilena, que instigó sus crímenes y los avaló pero que, al final, no pudo tolerar la idea de verlo como un vulgar ladrón, con 28 millones de dólares en cuentas cifradas y heterónimas del banco norteamericano Riggs.

    Sólo el fujimorismo mosqueado de estas tierras, con el director de La Razón a la cabeza y Santiago Fujimori haciendo otra vez de rabo, han saludado la desaparición física de este monstruo y han recordado sus servicios “a la economía de mercado y al modelo que llevó al éxito a Chile”. Con lo que reconocen la entraña podrida del neoliberalismo radical, maridado para siempre, desde Pinochet, con la sangre de los muertos y el misterio insoportable de los desaparecidos.

    Pinochet ha muerto sin estar un solo día preso. Y sin pedir perdón “por los excesos”. Ha muerto, entonces, en su ley de chacal y en la relativa inmunidad que se inventó la transición chilena para no provocar a los militares, o sea a Pinochet.

    Porque si ha habido una transición sudorosa, intimidada y pasmada, esa ha sido la chilena. Y la culpa no fue, en este caso, de Pinochet sino de la propia Concertación, donde late, como llaga del pasado, la Democracia Cristiana, el partido que organizó políticamente el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

    Pinochet tuvo padre y madre. Y si su padre fue la vieja derecha chilena, familiarizada con la sangre de los débiles desde que los pelucones la encarnaban, su madre fue la docta y centrista Democracia Cristiana.

    Recordemos: en agosto de 1973 el golpismo chileno necesitaba de una luz verde política. Se la dio la Democracia Cristiana, que integraba, en ese momento, la fascista CODE (Confederación Democrática). El otro participante de esa entidad, creada sólo para el propósito golpista, era el Partido Nacional, embarcado en la sedición desde el momento mismo en que Salvador Allende asumió el poder.

    Pues bien, en el parlamento chileno, en agosto de 1973, la Democracia Cristiana y su pareja circunstancial evacuaron el famoso acuerdo que llamaba a los ministros militares a retirarse de sus carteras y consideraba constitucionalmente ilegítimo al gobierno de la Unidad Popular. Era el guiño que el almirante Patricio Carvajal, coordinador del golpe, necesitaba para emprender los últimos operativos. Con el aval del Congreso, la maquinaria de guerra del fascismo no requería de otro salvoconducto.

    En su impresdindible libro Yo, Augusto, Ernesto Ekáizer cuenta que Carlos Prats González, el comandante general del ejército que había renunciado el 23 de agosto de 1973 por presión de los generales conspiradores, tenía tanto temor de lo bestial que podía ser el golpe que, a tres días de su ejecución, el sábado 8 de septiembre, fue a visitar al único hombre que, según su percepción, podía parar la masacre de la democracia.

    En efecto, aquel sábado Carlos Prats, que había recomendado a Pinochet como su sucesor “por su lealtad institucional”, visitó a Eduardo Frei Montalva, el patriarca de la Democracia Cristiana, el ex presidente de la República, el personaje más influyente de la política chilena en ese momento desde su puesto de presidente del Senado –puesto para el que fuera elegido el 23 de mayo de 1973–.

    Así relata Ekáizer la escena:
    “Prats razonó que la situación política del Gobierno de Allende era terminal. El golpe militar era cuestión de días. Y ello implicaba un enfrentamiento fratricida con graves consecuencias. El general le dijo que, tal como él lo veía, si alguien podía evitarlo, ése era él…: Eduardo Frei Montalva…”

    “No obtuvo Prats palabras por respuesta. El ex presidente Frei bajó la cabeza… (Prats insistió y Frei volvió a repetir la escena)… Carlos Prats abandonó la casa de Frei con la convicción de que el ex presidente había llegado demasiado lejos como para enfrentarse al golpe de Estado que se fraguaba. Frei no cambiaría de caballo a mitad del río”.

    Cuenta Ekáizer, periodista de origen argentino nacionalizado español y uno de los mejores cronistas del diario El País, que Prats salió de esa casa lúgubre ansioso por hablar con Allende. Se encontraron, junto a otros personajes del régimen allendista, en la casa de Miria Contreras, la Payita, secretaria y amante de Allende:

    –He visitado a Frei. Me temo que no hay nada que hacer –le dijo Prats al presidente.

    Y añadió:
    –Le insistí en que él era la única persona que podía parar el golpe… Y en las dos oportunidades pude ver cómo apartaba la vista y miraba hacia abajo.

    Años más tarde, muchos más tarde, Eduardo Frei Tagle, el hijo del golpista Eduardo Frei Montalva, era el presidente de la República de Chile. Y cuando capturaron a Pinochet en Londres y lo retuvieron, por orden del juez Baltazar Garzón, 503 días, adivinen qué hizo Frei Tagle: luchar con todas las fuerzas del Estado para que Gran Bretaña liberara al socio de su padre, a la alimaña que su padre contribuyó a crear en los laboratorios virales de la CIA. Así honró la memoria de su señor padre y el pasado de la Democracia Cristiana. Y adivinen quién ayudó decisivamente a que el juez Garzón no insistiera, en un momento clave del proceso, en el expediente del arraigo de Pinochet en Londres: el gobierno de Aznar, primo hermano de la Democracia Cristiana chilena.

    Pinochet tuvo un padre pero también una madre. Y esa señora tan poco santa fue la Democracia Cristiana, coautora del golpe y perdonada, entre sollozos y cálculos, por los socialistas de pacotilla del presente. Socialistas que Allende no habría dejado entrar a La Moneda aquel 11 de septiembre. No habrían sido dignos de acompañarlo.

    (porfa guille publica esto, en aras del debate no lo censures)

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  3. Interesante artículo de Hildebrandt que demuestra la rabia y el odio cegadores de estos "lideres de opinion".

    Hildebrandt a propósito omite partes muy importantes de la historia (la violencia y terrorismo socialistas durante los 60, la pésima gestion economica de Allende y sus atentados contra la constitucion) citando a Ernesto Ekaizer, un periodista sensacionalista famoso por sus libros contra pinochet del mismo tenor que el "codigo Da vinci" o "Los papiros de constantino".
    Hildebrandt (ni Ekaizer) jamas dirá que la Iglesia durante ese tiempo apoyó la via del dialogo en igualdad de condiciones comenzando con el respeto (Allende y los suyos insistian en motejar a sus contrarios como "momios" "guasos sotanas" etc.), y posteriormente durante el régimen pinochetista, la iglesia presionó al gobierno por la vuelta a la democracia.

    Lastima que en el Perú se acepten sin chistar las mentiras y la rabia de personajes como C. Hildebrandt

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  4. Anónimo9:35 a. m.

    Bueno, luego no se quejen de lo del "sicario economico" y otras recomendaciones freaks, que cuando vino el amo del freeware le parecio muy raro tanta idolizacion de Chomsky...asi es el chato es muy sesgado a veces y cree que uno no se va a dar cuenta y lo adorara...aunque a veces se contradice como cuando le hizo canas verdes a Menchu, y cuando luego de pasear medio mundo rajando del papa al final entrevisto a algunos elogiadores, es un vacilon, a veces se parcializa con Palestina como cuando se mecho con Arnie (JAJAJAJAJA) y a veces invita de una y otra parte diciendo que el no metera cuchara, a veces invita a los prochinos que se reconcilian con los prorusos (cosa que le debe interesar al 0.5 del electorado) y a veces ha hecho causa conjunta con Rafael Rey para bajarselo al gordo Andrade.
    Ahora bien, Allende posiblemente termino sobrepasado por su propia gente, sabiendo que el imperio sovietico no estaba muy interesado y con la amenaza de que el pais se polarize era logico que reconsiderara el radicalismo de sus aliados

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  5. Anónimo10:01 a. m.

    por cierto la concertacion no habria sido real si excluia a un partido no? es obvio, ademas es parte implicito de aceptar los errores propios en la division. De la forma que sea siempre una dictadura larga y con cierto nivel de popularidad o que concientize a sus partidarios a favor suyo va a ser dificil de bajarsela sin cederle cosas en una transicion, es lamentable, les apuesto que eso pasara en Cuba si cae la dinastia.

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